dimarts, 28 de juliol del 2009

Sobre l'experiència



Lo que se debe aprender a hacer se aprende haciéndolo.

Aristóteles


Els 5 principis



Un principi és, bàsicament, una patillada encertada. Arriba un tio i diu que això és així. I tu dius, per què? i ell te diu, no tinc ni idea, però comprovau i voràs com funciona.
La mecànica quàntica se sustenta en cinc principis. Ens explica com és la realitat, prediu resultats increïbles que mai han pogut ser contradits, però no ens explica en cap moment per què és així. Té collons la cosa. Si acceptem que és ella la que mana ens explica com els electrons envolten el nucli,descriu la peculiar forma dels orbitals, ens obre fronteres cap a noves formes de tractament d'informació... ens diu tot el que vullguem saber, però es guarda la clau de la seua essència. Einstein no se fiava molt d'ella, d'altres com Ehrenfest, malgrat fer grans aportacions a la quàntica, van acabar suicidant-se per què no l'entenien. És com una dona d'aquelles que si la deixes entrar en la teua vida te dona grans satisfaccions, però a canvi de soportar una confusió que pot ser, algú, en algun moment, siga capaç de desentelar... o pot ser no.

dimecres, 8 de juliol del 2009

La ciudad cuerda.




Bajaba por aquella carretera que diariamente le hacía recorrer las estaciones como si sobre ella se completara una translación alrededor del sol. Por las mañanas cruzaba el equinoccio de otoño, acercándose al sol, pero otros factores más influyentes (diferentes en sendos casos, pero con consecuencias parejas) hacían bajar la temperatura. Por la tarde, el mismo recorrido en sentido inverso le llevaba a un verano permanente al que no tardó en acostumbrarse.
Cualquier ex-conciudadano hubiera pensado que era imbécil al ver la cara de felicidad con la que cada día hacía esos trayectos con su moto. En la ciudad hay un patrón que se le aparecía como una tensa cuerda semiinfinita a la que alguien le había inducido un movimiento transversal. Todos sus puntos se alejaban del eje de propagación de la onda, pero sabían muy bien dónde se encontraba su punto de equilibrio y que en un tiempo indefinido volverían a él. Era escasa la gente que tenía suficiente energía como para desplazarse lo suficientemente lejos de ese patrón como para poder sonreír por la calle sin ningún motivo y la gente de su alrededor pronto se encargaba de acelerarlos hacia el origen. Sí, sí, lo acababa de ver claro: la gente de ciudad eran partículas de una cuerda que transmite una onda y que hacen tender a las partículas colindantes hacia su posición, habiendo un punto de equilibrio (en el que la felicidad precisaba de explícitos motivos para existir) del que era imposible escapar, al menos clásicamente.

-Ahora entiendo aquello de "estar cuerdo"!- se dijo mentalmente mientras se partía de risa por el malísimo chiste que acababa de hacer y del cual sabía que las únicas personas a las que podía hacerle gracia de verdad eran Martín y él mismo.